...que según se mire, tiene un poco de caldera de Pedro Botero (la foto no es mía, que con las prisas no eché la cámara en la maleta, y la de mi Galaxy II cada vez va peor, no sé si por falta de memoria o por la obsolescencia planificada)
Especialmente cuando te atreves (con un buen guía, claro, Edilson, el chófer de la Facultad de Arquitectura) a meterte en la parte más ardiente de la caldera. Esta podía haber sido una de las fotos que habríamos hecho de haber llevado la cámara. Ascender en la noche a la Comuna 1, para entrevistar a una familia de nivel 1 es una aventura endiablada al alcance únicamente de quienes viven allá, por rampas como la que se ve en la fotografía ajena, e incluso con más pendiente, con cuatro metros de anchura media de calle, y microbuses, camiones, motocicletas, peatones, coches, bicicletas en una mezcla caótica en la que parece imposible que alguien sobreviva. No creo que nadie sobreviva, desde luego, a la contaminación. La calle de ascenso tiene una negra nube permanente, que respiran quienes viven y circulan por ella, quienes tienen sus puestos y comercios...
Los primeros días son para el paseo, adaptación horaria. Por ejemplo hacer de nuevo el camino del metro elevado, para tomar el telecable que ha abierto a una comunicación más digna a los marginados de la Comuna Popular hasta el Parque Arví.
O perderse por el centro, tanto por la parte "alta" como por la parte "baja" de la exposición permanente al aire libre de Botero (cualquiera la desmonta, con lo que pesan esas gordas). Por aquellos centros comerciales se encuentra de todo, y sabía que encontraría los adaptadores de enchufe que como tantas veces olvidé de echar a la maleta. Por encontrar, encontramos hasta un vegetariano para comer, el Govindas de los Hare Krisna del barrio. Aunque después de la comida lo estropeamos con unos dulces-bomba.
El lunes una primera sesión, breve: la lectura de una tesis de que se apoya entre otras en mis teorías; me sugiere un concepto nuevo, el de noorurales. Ljuego quedará tiempo para trepar hasta el Cerro de San Félix, a 2.550 metros de altura (bueno, sólo los últimos 200 metros hubo que caminarlos, entre helechos gigantes), en donde se concentran los fanáticos del parapente de la zona.
Durante al ascenso, vistas espectaculares de esta "ciudad intermedia" (dicen por aquí) de proporciones americanas, claro.
Proporciones americanas para los árboles de las aceras
Luego vino el trabajo, como siempre al otro lado del charco, sumamente estimulante porque se trata de enfrentar ideas con estudiantes maduros que ya las han manejado, y les gustan aunque en algunos casos quieran criticarlas, lo que aún estimula más. El miércoles explico una clase sobre mis teorías sobre el territorio y sus funciones en el marco de la urbe global. Casi medio centenar de personas entre alumnos de psotgrado y doctorado y profesores, que tras la exposicion generan un intenso y profundo debate. Más de dos horas de sesión que a mí se me pasan en un suspiro. Y el jueves un rato de discusión con investigadoras que desarrollan sus tesis con el Dr. Luis Carlos Agudelo (quien me invitó a esta visita) sobre temas cercanos.
El viernes toca la conferencia abierta. Pero por la mañana el amigo Joaquin, el agrónomo que no quiere serlo, nos prepara una excursión a los altos de Santa Elena, a donde llegamos en medio de una tormenta de espanto, con un aguacero de mil demonios, después de visitar la explotación más avanzada de champiñones de Colombia, y tomarnos un "tinto" (café negro) con su entusiasta dueño.
De vuelta a la Universidad, me resulta increíble (en España lo sería, en mi Universidad incluso impensable) encontrar un viernes por la tarde, al anochecer y diluviando casi medio centenar de personas. Como siempre, el debate intenso en torno a la urbe global y sobre todo a qué entender por Ruralía, frente al rural pretelemático. Se plantea la duda de un mañana en el que las zanahorias se produzcan en una nave, no lo plantea así el profesor que desarrolla la idea, pero deduzco que con megaimpresoras 3D. ¿Pero cuál es el problema? ¿No habría de esas naves en el campo? Pero además, planteo, siempre habrá demanda para dos agriculturas: una industrial, de masas, que puede incluso terminar en esa impresora 3D, y una agricultura tradicional de calidad, ecológica y todo eso, para las clases medias altas, incluso una de primor para las élites económicas. Una cuestión es qué pasa con la agricultura, y otra qué pasa con la Ruralía, ese espacio a conservar como jardín interno a la Urbe Global. Debatimos también sobre la negativa influencia que en la Sociología Rural latinoamericana han tenido conceptos, por lo demás importados de Europa, tan totalizantes como indefinidos, del tipo de "el campesinado". Oiga!... ¿y jornaleros y labradores con propiedades y asalariados son lo mismo? ¿y los comerciantes que viven en el campo?, ¿y las peluqueras?...
Encendido intercambio incluso, casi al final, en el marco de una especie de "Retorno al Futuro" que me lleva décadas atrás, con un chaval que bien podría haber sido yo hace casi 40 años: él empeñado en que los campesinos sigan siendo campesinos a la manera tradicional, yo en que olvidemos ese "campesinaje" esclavizado del esfuerzo físico y de la miseria, como afortunadamente olvidamos (en Occidente) la esclavitud (que en modo alguno fue un invento de Occidente). Viene con el discurso que tanto daño ha hecho a ese paraíso, Colombia, y a buena parte del mundo, en los últimos 50 años: el del maoismo. Dispara: "Los campesinos han decidido ser campesinos". No parece entender que "los campesinos" no son una unidad, un bloque unitario. Que cuando de una totalidad se dice que "ha decidido" es que no ha decidido la totalidad, sino la minoría, por la fuerza de las armas o de la manipulación religiosa. Es curioso, insisto siempre, en que nadie de quienes defienden que los campesinos quieren seguir siendo campesinos tradicionales, agarrados al azadón, con los riñones doblados, se vaya a ejercer de campesino: o son universitarios, o líderes revolucionarios con la pistola en el cinto y comiendo lo que otros trabajan. Igual que quienes les predican a los pobres a la Ecología de la Pobreza, viven como Dios en el Primer Mundo de la Ecología de la Riqueza.
Hubiera sido más divertido (para él) si no hubiese empezado (él) tirando a matar, como buen maoista poniendo la diana, antes que el argumento, sobre el contrincante ideológico, al que convierte en enemigo del pueblo, sea lo que sea eso del pueblo: "Tiene usted el mismo discurso que nuestro Ministro de Agricultura, un paramilitar, y que nuestro ministro del Interior, otro paramilitar". Se notaba la campaña electoral. Así que tendré que ver si es que los ministros de Agricultura e Interior del gobierno de Santos también me copypegan.
Precisamente la contienda electoral, en la que fundamentalmente se pelean Santos y Uribe (vicariamente a través de Zuloaga, al que llaman el Zorro tanto por la enorme Z de sus carteles como porque es el enmascarado de Uribe), impacta en los planes que mis anfritriones habían hecho para el fin de semana, antes de la vuelta. En jornada electoral, en Colombia, conviene no andar por ahí, por el campo, porque nunca se sabe. Curiosamente hay dos candidatos de algo así como la Izquierda, un pijín hijo de la gran burguesía colombiana, remasterizado en los USA y una clásica matrona de izquierdas (pero que también fue ministra con un presidente de derechas, de verdad que esto es un auténtico lío) y una aristócrata, hija de una de las grandes fortunas del país, a la que de jovencita le dió por coquetear con las FARC, pasó por aquí y por allá, y tuvo como destino más reciente un puesto de alcaldesa nombrada a dedo por el propio Santos, curiosamente oyes a la gente que se dice de izquierdas señalar al propio Santos, un oligarca que fue socio fundador de un partido con el hoy contendiente Zuloaga, a la medida de Uribe, como la opción de progreso social más probable y razonable. De locos.
Y es que realmente, como terminó explicitándose en el debate de la conferencia, Colombia está llena de anomalías... ES una pura anomalía política. Curas haciendo la revolución, partidos que se inventan y reinventan a la medida de las personas, dirigentes que se traicionan, restablecen alianzas, las entrecruzan... Lope de Aguirre dejó bien sembrado el caos político camino de El Dorado: los Buendía y los Iguarán mezclados dando a luz niños con cola de iguana (teniendo en cuenta que el ancestro originario de Macondo era aragonés, el follón surrealista era previsible). ¿Cómo es posible que en la tierra más hermosa de América, con la gente quizás más dulce del continente, fluya la sangre tan a raudales, si no es por una maldición, como lo entendió García Márquez?. Aún así, lo digo siempre, está entre los pocos que tienen o podrían tener atractivo suficiente para mí, como para dejar el que me nació (los USA es otro, por supuesto, digan lo que digan).
Decía que la jornada electoral perturbó una ruta (inicialmente prevista a la llegada, pero la verdad es que llegué muy cansado), que hubo que hacer más apresuradamente de lo previsto.
Una intensa excursión a la zona cafetera de Antioquia, una Ruralía casi perfecta, en la que conviven los indígenas en una reserva con un nombre tan prometedor como Cristianía, el turismo y una potente agricultura basada en el café y el plátano, que empieza a introducir alguna innovación (como los bombones de café, uau qué cosa tan rica).
Una ruta que, según Google Maps, precisa de casi cinco horas para hacer 130 kms, pero que el fitipaldi Edilson de la Rua se liquidó un par de horas de curvas incesantes, primero ascendiendo por un estrecho valle hasta casi los 2000 metros en Bellavista, rozando las nubes, para descender luego abruptamente hasta los 600 en La Pintada, al cruzar el impresionante colector del Cauca.
Por allá está nada menos que el pueblo de Hispania, en donde presumen de su plaza, cubierta por la bóveda de cuatro árboles gigantescos, pero está en obras y no podemos disfrutarla. También tiene nada menos que un juzgado promiscuo, je (¡qué peligros tiene una lengua glocalizada como es el español!, y ciertamente la palabra tiene un significado previo al que hoy le damos), y eso sí, una coquetísima iglesia colonial.
A medida que penetramos en la zona cafetera, de nuevo en ascenso, se percibe cómo el poblamiento se densifica, y se percibe la calidad de vida que han alcanzado en los últimos años estos pueblos. El mismo fenómeno de urbanización que percibí en mi entorno hace cuarenta años lo están viviendo de forma acelerada, y en un marco tecnológico totalmente distinto. Wifi gratis, algo impensable en los pueblos españoles por las directivas comunitarias en beneficio del lobby telefónico, es sólo un síntoma. Hay otros signos mucho más obvios:
En Andes, una auténtica pequeña ciudad que funciona como centro económico comarcal, nos hacemos del que dicen es el mejor café de la zona, y nos tomamos en la plaza un fastuoso jugo de guanabaná en leche (con poca azúcar, como nos reomendó Joaquín, el megaconsumidor de guanabanás), uffff, qué gusto. Pero de entrada, una virgen del Carmen alucinante, con su conductor negro y sus ángeles blancos (por aquí es patrona de los conductores, yo creía que los patronazgos de vírgenes y santos estaban globalizados, pero se ve que no).
en las que lo mismo te encuentras las "cabras" con niños enganchados.
,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para esquivar a los bots de spam, pero estaré encantado de incluir cualquier comentario que quieras hacer. Anímate a aportar tus reflexiones.