2013/06/10

De la realidad como objeto

No me gusta que me envíen materiales que no he pedido. Yo rara vez he enviado, y únicamente a amigos y/o compañeros, información alguna que hable de mí, ni de nadie, salvo que se trate de una información práctica que piense que puede serles útil en cualquiera de esas cada vez más numerosas, tediosas y complejas tareas de supervivencia a las que la vida moderna nos empuja. Pero si uno tiene algo que decir, lo publica, lo pone en abierto, y si alguien busca de aquello, pues ya lo encontrará. No es pensar que el buen paño en el arca se vende, sino un simple modo no mercantilista de entender la vida, incluida la vida intelectual (que también es una mercancía para muchos).

Por eso he recibido siempre con escepticismo el spam intelectual, con el mismo escepticismo que el spam de bienes y servicios de cualquier otra especie. Si tras éste está el deseo de hacerse rico, de triunfar en los negocios vendiendo mucho, exactamente el mismo objetivo personal está tras aquel: el deseo de hacerse rico en redes sociales, en apoyos para el triunfo me da igual en qué nivel de la pirámide de Maslow, sea  el de seguridad, el realización personal, o incluso el de trascendencia. Sí, hay quien quiere ser  más beatífico que nadie, más generoso que nadie, más bueno que nadie. Por eso odio especialmente el spam de los ex altos cargos, tantos de los cuales descubren que la escritura es su vocación oculta mientras cuando entran en  situación de disponible; escriben entonces artículos que ellos mismos (y, sólo en ocasiones, su señora) consideran que nos pueden ser "de tu interés". Encima de tener que aguantar sus tropelías en el cargo, hay que soportar ahora su recién descubierta vocación intelectual, da igual lo que hayan estudiado, incluso da igual si ni han estudiado.

Vaya peñazo de entradilla, sólo para recomendar una magnífica, estimulante e incluso divertida entrevista a Mario Bunge que me ha llegado en el spam del e-boletín de Domenech, Raventós & Cia, quienes han intentado reproducir el emporio que, en el sector del empresariado moral,  fue El Viejo Topo hace treinta años. Sin éxito en cuanto al objetivo final implícito (probablemente por un error estratégico de marketing, al centrarlo todo inicialmente en el monotema de la renta básica, ese oximorón, no vayamos a caer en citar lo de Marx sobre las repeticiones de la Historia), pero  exitoso en lo que se refiere a los efectos secundarios: han conseguido un buen repositorio de materiales, muy varipopinto eso sí (lo mismo encontramos ciencia, que seudocia que, lo más abundante, ideología) de la escuela altermundista, muy útil para quien quiera documentarse en esa línea de pensamiento y acción (¿quizás, como hubo que hacer a finales del XIX en la Alemania de Bismark, haya que distinguir un altermundismo académico del altermundismo de la calle?).

El caso es que, sobre esas bases, ocurre que sufro una incapacidad intrínseca para marcar como spam en el servidor de correo al spam intelectual; es como lo de tirar a la papelera el folleto informativo de ACNUR que te entregan a la fuerza en la entrada del hiper, aunque les insistas en que ya contribuyes (¿serán conscientes del despilfarro de papel?), que te da cosa, ¿no?, y ahí te vas con el panfletillo doblado, que navega luego por los asientos de coche, se termina depositando por las corrientes de aire en algún rincón bajo el asiento, y seis meses después (o seis años, según los hábitos) cuando haces limpieza, lo terminas tirando, arrugado entre tickets, pero para entonces ha perdido ya su fuerza sacramental, han caducado los principios activos que te generaban sentimiento de culpa al plantearlo tirarlo a la papelera el día que te lo dieron.

¿A qué iba esto?

Pues a que gracias a que sigo sin marcar como spam la publicidad de SP, me ha llegado noticia de  esa estupenda entrevista, decía, que Juan Claudio de Ramón (que consigo averiguar quién es, porque por lo que la red me ofrece, lo mismo puede ser un diplomático que un exconcejal de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Madrid en tiempos del PSOE, aunque quizás es el mismo ex concejal luego convertido en diplomático, no sé) le hace a Mario Bunge. Espectacular. De lectura obligada.





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