2008/10/03

Mira que lo avisé...

¿Por qué se sorprende tanto todo el mundo de esto?

Al menos quienes no andamos día y noche a la violeta no creo que nos haya extrañado, no a mí al menos. Sencillamente, porque no todos nos creemos el cuento. Hace unos meses, mientras se organizaba el congreso de Sociología de la Educación, alguien propuso (¡cómo no!) traer una finlandesa. Y se trajo, claro (¡cualquiera se opone a traer una finlandesa a un congreso centrado en el debate sobre "los resultados"!), con un coste enorme porque venía del círculo polar (en serio). El caso es que cuando se nos dió el nombre, yo busqué y rebusqué, y nada... Era una maestra perdida en los bosques de la larga noche (por poner un poco más tractiva la cosa); sí, con su experiencia como maestra, pero punto. Ya pueden imaginar los comentarios de pasillo en los ratos incorrectos del café ("Estará muy buena"... "Será pariente de alguien...", etc). Finalmente descubrimos que (aparte de parecer buena chica) su principal virtud era que hablaba español. Buen bagaje, sin duda, para ilustrarnos sobre las bondades del sistema finlandés (de haber sabido que ese era todo el bagaje, yo habría propuesto a mi amiga Maritza, que anda por Turku, y además de hablar español porque es hispana, es socióloga). Porque además, luego en lo que nos contaba la pedagoga, pues como que no había nada que no tuviésemos aquí... salvo esa supuesta (y me temo que mítica) alta estima en que los finlandeses tienen a los maestros (tan alta estima, que los hacen protagonistas de los juegos on line).

En fin...

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