2008/10/27

Intensa tournée


Seguimos con los grupos de discusión con emigrantes extremeños. El fin de semana fue duro... Salida el jueves tarde a dormir a Sesimbra (sí, promete un fin de semana de relax, ¿verdad?) , para volar en la mañana del viernes de Lisboa a Pamplona, coger allí un coche y correr a Alsasua, comer (mal, es un mito eso de que se come bien en todos los sitios en el Norte; en Extremadura sí) y grupo de discusión con extremeños, encantadores, que nos regalan pañuelicos melting pot: osea, uno navarrico y otro extremeño; vuelta a Pamplona, y otro grupo (y nos ponemos en las 10 de la noche), un pinchito de ibérico y queso extremeño obsequiados por los de la Casa regional y autopista y cena (mal de nuevo, y encima quita el regustillo dejado por el jamón extremeño) camino de Zaragoza. A la mañana siguiente grupo de discusión con extremaños (o manextremeños) en Zaragoza, y salir pitando de nuevo hacia el Norte, parada y brevísimo recorrido por pueblos de origen (encuentro mi pueblo lleno de periodistas, porque hay manifestación por uno de esos eternos "cruces de la muerte") y "discusión" con mi hermano porque me niego a ver el jabalí que acaba de traer (Buffalo Bill era San Francisco de Asís a su lado), y pasamos la muga de Navarra, y al poco la de La Rioja, y nuevo grupo de discusión con extremeños, ahora en Logroño (¡menuda casa regional que tienen, de lujo!), uf, uf... Se hace de noche, claro, y vuelta hacia Zaragoza, pero con parada, al pasar por Navarra, en Tudela, porque en la Peña el Pocico (el año pasado le tocó a Rafael Moneo, y acude Miguel Sanz, el presidente navarro, al evento, osea que el premio debe ser el copón) le dan un premio a Mario Gaviria (dicen que el encargado del panegírico me ha nombrado, e incluso dicen que para bien, qué pena no haber llegado a tiempo que eso siempre engorda el ego): un par de horas de parada para abrazar a gente que no veía desde hacía veinte años, y que en algún caso nos tenemos cariño desde que compartíamos pupitre en Jesuitas; echar unos pinchos, un par de vinos, unas risas, argumentar contra las nucleares, recordar manis, contrastar datos sobre las energías renovables, hablar de un posible libro... y sigue la ruta a Zaragoza, joder ya son las 2 de la mañana y hay que estar a las 8 en el aeropuerto para volar a Lisboa, menos mal que a las 3 retrasan la hora... Y por la mañana (600 kms compruebo antes de echar las llaves en el buzón de Avis, que he hecho en esos dos días) tras las dos horas de espera del vuelo internacional, que ni hostias, que no hay vuelo, y bronca, y nos meten en un monovolumen y a la T4, y más bronca... y por fin a las 5 de la tarde de nuevo en Lisboa. Como había dejado el coche en el parking, pues ya hay que repartir por los hoteles a los otros viajeros damnificados con los que se ha hecho confianza, y luego, uf, uf, por fin una cañita con mi hija en la terraza de Principe Real, toda llena de modernos y artistas. Qué relajo, por fin... hasta la hora de salir de nuevo a la carretera, claro, de vuelta a Casa. ¡Menudo fin de semana!

Y joder, qué buena gente ha desperdigado Extremadura por el mundo... Es terrible ver que en ámbitos retrógrados como la Sakana navarra (quizás el espacio a la vez más más bello y más siniestro que yo haya conocido nunca, aunque hoy en día se nota menos) sus hijos hayan tenido que hacerse borrokas e incluso etarras para ser aceptados. Malditos terruños, todos los terruños, nunca lo diré bastante...




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