2008/02/12

De lo que mueve el mundo

Una oldie muy oldie:

"Digo

no me abandones.

Dices

nunca he estado contigo.

Digo

¿de dónde vienes?

Dices

voy a otro sitio..."

Osea... Que hoy hablábamos en la tertulia sobre el amor y su capacidad (nuestra conductora dixit) para mover el mundo, un efecto más de ese consuntivo día que viene. Es de esos temas puñeteros, porque lo que uno dice públicamente como librepensador se le puede volver privadamente en contra. Aún así, he intentado opinar, también en esto, libremente. Y he opinado que el amor, si es tal, conduce más que a la acción, al quietismo, al misticismo en casos extremos. Otra cosa son las pasiones, sean las de pulsión de vida (Eros), sean las de pulsión de muerte (no Tánatos, sino la pura y simple envidia, que busca la aniquilación del otro de quien se envidia, y es la auténtica fuente -no el amor- del odio), que esas sí que mueven el mundo y sus gentes. Y es que las tertulias de radio permiten decir muchas tonterías impunemente (lógicamente, a mí me parece que los otros dicen muchas más, pero eso supongo que es mutuo). Así, he defendido que la única forma de amor sensata la expresó Occidente en la Edad Media, cuando con el Amor Cortés fueron capaces de diferenciar, y discriminar, la producción, la reproducción y la pasión (aunque, como les ocurrió a Abelardo y Eloísa, a veces entre poema y poema se les escapase alguna semillita). ¿Cómo, sin esa fuerza contenida, habríamos sido capaces de levantar catedrales góticas y rebajar los humos a los moricos que se estaban apoltronando en Europa, y ya hasta creían haber inventado a Aristóteles? (por cierto, obsérvese en la ilustración de la época cómo el joven atiende a su amada sin quitarse el mp3 de la cintura). Luego llegó la burguesía y, a través del mito de Romeo y Julieta, se empeñó en demostrar que amor e interés podían ir juntos, y que además había que añadirle abundante sexo reproductivo (a los padres les costó siglos enterarse de eso, pero se enteraron); Lutero lo predicaba en las bodas, y en sus escritos: "A la semana dos veces, como tributo a la esposa, no te perjudica ni a ti ni a mí; hazlo, en el año, ciento cuatro veces". Y ese es el que hemos considerado modelo occidental del amor: es decir, un amor falsamente romántico, porque está en buena parte determinado, en sus supuestas elecciones mutuas, por las estructuras sociales que limitan incluso el campo de visión. En cualquier caso el amor burgués, sea galante o puritano en las formas, ha sido un instrumento revolucionario durante siglos, primero en Occidente, luego en el Lejano Oriente, y esperemos que pronto en el Cercano Oriente. Pero ya está gagá... De hecho, no me ha dado tiempo a hablar del paso del (como he dicho, mal llamado) amor romántico al amor pragmático que, en las últimas décadas se está produciendo, un paso más en la desromantización del amor (que, paradójicamente, iniciaron Romeo y Julieta, ese par de pijinos) y que está llevando ya a la recuperación de los antiguos contratos matrimoniales, en algunos casos ante notarios o registradores, en los que quedarán establecidos no sólo el régimen económico sino también el reparto de tareas, los compromisos mutuos, qué se entiende por afrenta, qué por infidelidad, la forma de educar a los hijos comunes, previsiones cara a la disolución del vínculo, etc... Por ahora sólo los hacen quienes se juegan mucho en la unión (artistas famosos, millonarios, príncipes, etc), pero poco a poco van a ir generalizándose. Osea, todas esas cosas del amor. ¿Y l'amour fou? Una broma de Breton (o a costa de Breton, según se mire). Surrealismo. Pilículas... (Anda, ni un link)

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