2007/12/27

Aragón

Días liosos los que anteceden al fin de año, ciertamente. Demasiados viajes. 

Uno de ellos a mi ex-tierra. Después de por Tarazona, restaurada como una tacica de plata, en donde veo un entretenido musical de Faustino y María Confussion, paso por mi pueblo. Saludos y confusiones hasta trigeneracionales (¿será quien creo, o su hijo/a, o su padre/madre, o su abuelo/a?, así nota uno su edad), y un hecho notable que nunca me había ocurrido: estoy en mi pueblo, pero no puedo pagar. 

Y al rato, andando por Zaragoza (en donde, lo que son las cosas, tenía una cita con un físico nuclear pronuclear) hago un descubrimiento etnográfico definitivo (fíjense que no digo "me planteo una hipótesis", tal es la seguridad de que estoy en lo cierto): en realidad con éso me estaban diciendo que yo ya soy forastero (los forasteros no pagan), o en cierto modo que no se me ocurra volver. 
Me siento a los pies de una estatua de Goya, y pienso a fondo en ello: por parte de mis dos líneas de parentesco los emigrantes han sido abundantes. Pero (pienso al pasar junto a lo que fueron los Multicines Buñuel) al contrario de lo que ocurre en otras regiones (sin ir más lejos en Extremadura), ni uno de ellos ha retornado, e incluso la mayoría poco a poco perdieron el contacto con su pueblo de origen. 

Me digo que son particularidades, pero al pasar junto al cine me vienen a la cabeza desde Florian Rey a Borau, pasando por supuesto por los más grandes, Buñuel y Saura (da igual que hablemos del Saura pintor). Y me acuerdo entonces de Sender, a quien fuí el primer periodista (en realidad era estudiante de primer curso de Periodismo) que pudo entrevistarlo en España, cuando volvió a echar un vistazo, invitado por un periódico aragonés (lo gracioso es que mi entrevista se publicó en el periódico de la competencia). Estuvo cuatro días y ni a por agua quiso volver a Aragón. 

Digo yo si la cosa tendrá que ver con la larga pervivencia fáctica del mayorazgo en las tierras altas (las de Huesca o en menor medida las de Teruel), de donde han venido siempre al Ebro las gentes que han mandado en Aragón. Pero el caso es que es una patria madrastra, que expulsa a sus hijos, procurando que no vuelvan. "El que se fue a Sevilla perdió su silla" es un dicho que durante toda mi infancia y mi juventud oí repetidas veces, hasta la saciedad, en juegos y realidades, pero apenas la he escuchado desde que salí de allí. 

Aunque paradójicamente, al par que expulsa a sus hijos preclaros, esa tierra tiende a hacer fácilmente suyos a los extraños, siempre sin perder la compostura surrealista. Por ejemplo: el primer presidente de Aragón era un asturiano que ni siquiera fue capaz de adquirir un poco de acento baturro para esconder su desagradable voz de pito del Norte. ¡Coño!, si hasta el alcalde de Zaragoza es un forastero que jamás había vivido en la ciudad... ¡Y a ver si se atreve algún alemán a decir que la Motors no es una empresa aragonesa

Seguro que la próxima vez que nos veamos, mi maestro me riñe, pues alguien le habrá chivado que he hecho crítica ácida contra Zaralonia. Y él que es muy cuidadoso con esas cosas, me pondrá como ejemplo su propio reconocimiento como "hijo adoptivo". Y yo le tendré que recordar dos cosas: primero, que no se trata de crítica, sino de analítica; y segundo, que aunque casi lo haya olvidado, él es navarro. Si fuese aragonés, seguiría en Pamplona, o en Madrid. 

Para los puristas a quienes rechina lo de la psicología de los pueblos (más que la de Wundt, la de Siegfried, mucho más interesante), llámenle equis, por ejemplo improntas culturales, o socioinstintos (término que al menos en castellano no existe, y que por tanto me adjudico como propio, obligándome a desarrollarlo). Pero haberla, hayla. Osea, que el viaje de hace unas semanas fue, científicamente, productivo.

3 comentarios:

  1. Estimado amigo.
    Mi caso es el contrario, soy de fuera pero hace casi 30 años que resido en esta ciudad.

    No te daré mi nombre ni mis datos en abierto, pero puedes imaginar que si es ingrata con sus hijos, que no será con sus hijastros.

    Era una ciudad de mezquindades acordes con su caracter provinciano, de clientelismo y amiguetes donde más vale el pedigree que el curriculum. Con una universidad dirigida por mediocres que solo forman mediocres para que no descollen ante sus profesores y a la que esta maldita Expo ha puesto su cara más fea.
    De una ciudad de mediocres políticos solo podía esperarse una Expo de mediocres "profesionales" que se han dejado deslumbrar por los mejores vendedores de humo peninsulares y más lejanos, por lo que el resultado será una vergonzosa Expo que en lugar de mostrar al mundo cómo se ha sobrevivido en una tierra con menores recursos hídricos que muchos países que mueren literalmente de sed, les mostrará el modo de despilfarrar dinero en su nombre malgastándolo en "Pabellones puente" y norias importadas de Siria, porque ni sabían que las zaragozanas eran aún más grandes.
    Al final, gastamos el dinero en oropeles y mandaremos un par aviones con Font Vella para quedar bien. Bueno no sigo porque no se puede hablar mál de este engendro hasta después de su cierre.
    Como dijo Labordeta "Esta tierra es Aragón..."

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  2. Se me olvidaba añadir que también de esto puede hablar bastante tu amigo Mario Gaviria, quien tengo entendido que también ha visto los dientes -y bien- a la Expo y sus dueños.

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  3. Ufff.. Mal está la cosa, realmente, si la gente tiene que recurrir al anonimato para expresar sus quejas. "Zaragoza, zaragoza, el que no se jode, goza", cantaban los de la Bullonera. ¿Ahora los que gozan ni siquiera dejan a los otros quejarse?.

    Y supongo que ya no hay un Andalán del que echar mano... porque los amos de Andalán son ahora los amos de Aragón.

    Bueno... Siempre se puedes aficionar al juego en Los Monegros, para olvidar.

    Saludos, anónimo lector

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