2007/11/06

La deriva continental de Amando de Miguel

Que fue un gran sociólogo, quizás el más importante sociólogo español de los años '60 y primeros '70, y hoy vegeta (de vejete) como demiurgo de la extrema derecha. No sé cómo, pero doy en el curso de mis navegaciones y pérdidas virtuales del tiempo en una autodenominada conferencia suya (en realidad un mítin) en el marco de un autodenominado III congreso de la organización de extrema derecha Hazte Oir (en realidad una reunión de una pandillita de diez o quince sectarios), dirigida por un tipo estrechamente vinculado a la derecha pinochetista chilena, a la que ya me he referido alguna vez aquí (y que llamen a eso Sociedad Civil...). ¿Y a qué fin, entonces, referirme al perdulario de Amando, cuya deriva intelectual sólo es explicable por la teoría del caos, qué pena de cabeza echada a perder?. Pues porque en su mitin plantea una hipótesis que, no por repetida desde la Restauración (osea, que es tan actual como el conde de Romanones) deja de ser atractiva para la derecha. Por supuesto, parte del principio antidemocrático fundamental, claramente definido por José Antonio Primo de Rivera: "todos los partidos son corruptos, la democracia es una fábula". Pero luego concreta, claro está: "...pero lo son más los de izquierdas, por una regla básica: ganan menos fuera que dentro de la política; por eso se aferran al poder".

Yo no sé si los políticos de izquierdas intentan en mayor medida mantenerse en el poder porque, según la iluminación que ha tenido Amando, todos ellos ganen menos "fuera que dentro". Pero en cuanto a su pronóstico de relación entre la corrupción y ese diferencial dentro/fuera, ¿qué deberíamos pensar de su santo protector José María Aznar, teniendo en cuenta lo que ganaban (él y señora) como funcionarios mundos y lirondos, antes de entrar en política, y lo que ganaban luego como presidente, y no digamos como ex-presidente y concejala desde que están en política (porque Aznar no se apea del cargo de expresidente, tanto del Gobierno como del PP)?. Puede que Amando tenga razón. De hecho, al único político al que yo he oido explícitamente y con toda desfachatez decir, en una sobremesa, que tenía unas ganas enormes de pillar el sillón para no trabajar y ganar más dinero "dentro que fuera" fue, hace ya unos cuantos años, a un candidato a alcalde del PP que lleva ya tres legislaturas en una ciudad española y se resiste a dejar el cargo incluso a los suyos. Es el problema de la demagogia, en la que cae Amando continuamente, desde que dejó la Sociología para dedicarse a la prédica política: que la realidad te deja en ridículo siempre.

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