Especie en extinción

Paso por el INE buscando unos datos electorales, y me tropiezo con la utilidad de distribución de los apellidos españoles. Ya sabía por algunos de mis ancestros, y luego he podido ampliar/confirmar esa información por la red, que los Baigorri son digamos que singulares. Sin ir más lejos, anduvo por Argentina uno (del que su fotografía me recuerda mucho a mi padre, pero sobre todo a mi abuelo) que en los años '30 inventó nada menos que una máquina de hacer llover (el realizador argentino Gustavo Gorzalczany hizo un corto sobre el tema, El mago de la lluvia).
¡Pero es que somos cuatro gatos!
Apenas 1.800 personas llevamos ese apellido en España, y de éstas sólo 883 como primer apellido... (para hacerse una idea: sólo por citar otro apellido de origen vasco, Ibarra, lo llevan casi 14.000 personas; y Zapatero, que mira que es también raro, 5.000). Así que mal asunto, porque es que por ejemplo hay apellidos chinos mucho más numerosos que el mío.
Visto eso, me da por mirar apellidos raros y descubro que los hay, y algunos terribles para llevarlos durante toda una vida en un país lleno de graciosillos, como el nuestro. Osea, que hay más especies en extinción, no sólo el delfin blanco chino de agua dulce. Por ejemplo mi segundo apellido, Agoiz, aún lo tiene más crudo para sobrevivir: quedamos 250, de los que sólo 130 lo llevan como primer apellido.
Quizás seamos, todas esas flores raras, el eslabón perdido entre la pulsión animal y los ángeles, y pasamos de las leyes de la evolución y la maximización reproductiva (¿por eso me cayeron tan mal las teorías de Wilson, y me cayeron tan bien las radicales críticas que le hizo Sahlins en Uso y abuso de la biología?).
Tempus fugit